Cuando el cuerpo habla lo que la mente calla: Cómo el trauma psíquico deja huella en tu cuerpo

¿Te ha pasado que sientes un nudo en el estómago sin razón aparente o que tu cuerpo reacciona con tensión, cansancio o incluso dolor, sin una causa física evidente? Esto podría ser una señal de que tu cuerpo lleva la cuenta de experiencias difíciles que tu mente no ha podido gestionar.

El doctor Bessel van der Kolk, en su famoso libro El cuerpo lleva la cuenta, nos explica cómo el trauma psíquico no solo afecta a nuestras emociones y pensamientos, sino que también deja marcas profundas en nuestro cuerpo. Aquí te cuento, de forma sencilla y directa, cómo ocurre esto.

Consideraremos trauma a cualquier evento negativo que nos ocurre, a partir del cual ya no somos los mismos.

El trauma no se queda solo en la mente

Cuando vivimos algo que nos resulta traumático, nuestro cuerpo y nuestra mente trabajan juntos para intentar sobrevivir. Esto activa nuestro sistema nervioso, poniéndonos en modo de “lucha, huida o congelación”.

En el mejor de los casos, después de que pasa el peligro, nuestro cuerpo vuelve a la calma. Pero si el trauma es muy intenso o repetido, esa respuesta de alarma puede quedarse “atascada” en nuestro sistema, como si siempre estuviéramos en modo supervivencia.

El resultado: nuestro cuerpo sigue reaccionando como si el peligro todavía estuviera presente, incluso años después del evento traumático.

¿Cómo se manifiesta el trauma en el cuerpo?

Van der Kolk explica que las personas con trauma no solo tienen recuerdos dolorosos; su cuerpo lo experimenta como si estuviera reviviendo la situación una y otra vez. Aquí hay algunas formas comunes en las que el cuerpo refleja el trauma:

1️. Tensión muscular crónica:
El cuerpo tiende a acumular la tensión del trauma en ciertas zonas, como el cuello, los hombros, la mandíbula o la zona lumbar. Esto puede provocar dolores constantes o rigidez que parecen no tener explicación.

2️. Problemas digestivos:
El aparato digestivo está muy conectado con nuestro sistema nervioso y los eventos traumáticos. Las personas con trauma pueden experimentar síntomas como dolor abdominal, diarrea o estreñimiento, entre otros, debido al estrés acumulado.

3️. Falta de conexión corporal:
Algunas personas con trauma sienten que están desconectadas de su propio cuerpo, como si estuvieran “anestesiadas” o no pudieran sentirlo por completo. Esto puede dificultar actividades como relajarse, disfrutar de un abrazo o incluso identificar el hambre o el cansancio.

4️. Hipersensibilidad:
Otros, en cambio, experimentan todo de manera intensificada: ruidos, luces o incluso el contacto físico pueden resultar abrumadores, como si su sistema estuviera siempre a punto de explotar.

5️. Problemas de sueño y fatiga crónica:
El cuerpo no puede descansar si está constantemente en alerta. Esto lleva a problemas para conciliar el sueño, pesadillas recurrentes o un cansancio que no desaparece, aunque se descanse.

El cuerpo y la memoria traumática

Lo más impactante de lo que explica Van der Kolk es que el trauma no solo se recuerda en la mente, sino que el cuerpo lo almacena. Es lo que se llama memoria implícita: aunque no tengamos un recuerdo claro del evento traumático, nuestro cuerpo reacciona a ciertos estímulos (un olor, un sonido, un lugar) como si estuviera reviviendo la experiencia.

Por ejemplo, alguien que vivió un accidente automovilístico podría sentir que su corazón se acelera al escuchar el sonido de un claxon, aunque el accidente haya ocurrido hace años.

El cuerpo, un aliado para sanar

Aunque el trauma puede ser una experiencia devastadora, siempre hay oportunidad de sanar, reconectar con nuestro cuerpo y aprender a cuidarlo mejor. Como dice Van der Kolk, nuestro cuerpo no solo lleva la cuenta del dolor, sino que también puede ser el lugar donde comienza la sanación.

Hablar sobre lo que ocurrió, en un entorno seguro y acompañado de un terapeuta, ayuda a procesar lo vivido y a liberar la carga emocional que afecta al cuerpo.

Existen enfoques terapéuticos diseñados para trabajar tanto con la mente como con el cuerpo, como la Terapia Sensorimotriz o la Terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares).

Si sientes que tu cuerpo está hablando de cosas que tu mente no ha procesado, no estás solo. El camino puede ser difícil, pero con las herramientas adecuadas, puedes recuperar tu bienestar y tu paz interior.

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